Bienvenidos Terricolas.

Han atravesado el portal valientes viajeros... No es un mundo paralelo, no es un universo desconocido. Es simplemente una instancia para pelusiar...
ADV: ¡CUIDADO! Algunas pelusas pueden resultar peligrosas.

*Pelusiar: las pelusas todo lo ven y todo lo saben, es imposible escapar de ellas, porque cuando menos lo esperes ahí estarán para dar su golpe maestro. El tamaño no es lo que importa...

lunes, noviembre 19, 2007

Maldita Farándula; "Sálvese quien pueda"




Desde sus orígenes en la crítica política durante los años de la dictadura, hasta su labor actual como panelista de programas de cotilleo, u “opinóloga” como ella misma bautizó su nuevo rol mediático; Pamela Jiles se ha encargado de criticar, analizar e invitar a debatir al público espectador. Y es que después de los sucesivos despidos que debió enfrentar a causa de su imagen quizás demasiado política para la televisión actual, la invitación a incursionar en Farandulandia fue una de las pocas oportunidades de permanecer “al aire” que le estaban quedando.

Hoy sin embargo, Pamela Jiles se enorgullece de su participación en el mundo de la farándula. Asegura que su nuevo escenario constituye un espacio de politización tan factible como cualquiera de los otros espacios abiertos por los medios. Incluso ha visto necesario y oportuno dedicar todo un libro a este tema; su última creación, Maldita Farándula. No es de extrañarse, siendo que tres cuartas partes del itinerario de la televisión y la radio actual, son dedicadas al famoseo y su pelambre respectivo. Lo singular del asunto es que ya no sólo son futbolistas y modelos quienes se enfrentan en un intento de acaparar la mayor atención posible de parte de los medios. Políticos y empresarios se han sumado a esta batalla. Tal como lo dice Pamela en su libro, “…sienten que no existen si no están en los medios faranduleros”.

Maldita Farándula habla en parte de la transición que han enfrentado los medios desde los años de la dictadura, pasando por una época de aprendizaje democrático, hasta el mundo en que vivimos hoy. Los llamados “estelares” de finales de los ’80 y a lo largo de los ’90, aquellas representaciones utópicas de una sociedad agotada e impedida por la censura, han sido reemplazados por la práctica de la opinología y sus derivados, en un intento por retratar y juzgar la verdadera realidad chilena. Las masas han dejado de actuar como meros espectadores, y se han abierto paso en la opinión pública mediante este nuevo fenómeno que es la farándula, y a través del cual se transforman las relaciones de poder entre los medios y los espectadores. Ya no es el público quien debe adaptarse al contenido y a la programación que las grandes cadenas televisivas deciden poner al aire. Por el contrario, el enorme crecimiento de la oferta mediática (más canales y nuevos programas) ha conllevado a que hoy sean los medios quienes compiten por satisfacer las exigencias del espectador en una desesperada lucha por mantener el rating y subsistir.

En su Diccionario de la Farándula Chilena, Maldita Farándula se encarga de nombrar a todos aquellos individuos que han hecho lo imposible por darse a conocer y mantenerse reconocidos por las audiencias mediáticas. Empresarios, políticos, modelos, animadores, deportistas y incluso parlamentarios y ministros; parece ser que de este listado no hay quien se salve. Pamela Jiles confeccionó una lista de 198 personajes, incluidas parejas famosas, ella misma y hasta la Presidenta, y agregó además una aguda y deslenguada descripción de cada uno. Lo mismo con otros tantos rostros que integraron la farándula de la dictadura y las cuatro divas chilenas de todos los tiempos, mujeres que el público chileno ha querido enaltecer y humillar.

Lo que destaca de Maldita Farándula es su valentía y originalidad. Uno de los pocos y primeros libros en su especie, seguramente se convertirá en el predecesor de muchos textos de cotilleo que vendrán en el futuro. Considerado como un libro recreativo por muchos, ha tenido una buena acogida por el público de masas. Sin embargo, creo que el mensaje de Maldita Farándula ha sido malinterpretado, y que en realidad esconde un contenido y un significado más profundo del que se le ha dado. Más allá de sus comentarios agudos y descripciones irónicas, el libro de Pamela Jiles se encarga de sacar a relucir una importante verdad presente en la sociedad chilena; y es que hoy somos valorados más por nuestra carta de presentación que por el discurso real que buscamos comunicar. La evolución y éxito de la temática farandulera es la viva prueba de esta nueva forma adoptada de evaluar y juzgar al individuo.

El pasado 6 de julio, cuando la editorial Catalonia y Pamela Jiles decidieron lanzar al mercado a Maldita Farándula, realizaron además una invitación pública a debatir dirigida a todos los integrantes de la sociedad chilena. Creo que es responsabilidad de todos responder a esta invitación.






B.G.J.

jueves, noviembre 15, 2007

DON MIGUEL: Jamás una advertencia gráfica había tenido tanto que decir.


Dicen que ya pasó de moda, que la foto de Don Miguel ya no llama la atención. Próximamente lo reemplazará la imagen de una dentadura corroída por la nicotina. Sin embargo, sus logros como rostro de la ley antitabaco ya no se los quita nadie. En un par de años, Miguel García pasó del anonimato a convertirse en un icono popular tan chileno como los porotos y las micros amarillas.

Su tarjeta de presentación dice “tabaquismo”, y efectivamente, eso es lo que hace: es el superhéroe antitabaco y dedica su vida a combatir al enemigo. Pero la historia se remonta muchos años al pasado. Don Miguel (74) nació, creció y se educó en Santiago. Estudió en el colegio San Agustín. Su primer contacto con el tabaco tuvo lugar durante sus años de adolescente. Cuenta que en una reunión entre amigos, alguien sacó un cigarro y lo fueron pasando de uno en uno hasta que llegó a él. Recuerda que la marca del cigarrillo era “Pectorales”, lo que resulta irónico siendo también el nombre de los jarabes para la tos. Hoy, cuando le preguntan por qué lo hizo responde lo que cualquier persona común respondería: “de mono, de sapo y por choro”.

Trabajó varios años como chofer de camiones en las minas de San Pedro de Atacama. Al tiempo lo mandaron a buscar para que se fuera de vuelta a Santiago. Desde hace siete años que realiza charlas en los colegios y le da la batalla al cigarrillo, pero asegura que cuando no hay recursos las cosan no son fáciles. Una vez lo invitaron a su propio colegio a hablar sobre el tema, pero las máquinas de trasparencias nunca llegaron y lo hicieron esperar dos horas para una charla de diez minutos. Le dio tanta rabia que se compró su propio proyector y hoy anda con su carrito para todos lados. Un día cualquiera recibió una llamada telefónica del Ministerio de Salud; querían saber si estaba dispuesto a prestarse como rostro para la ley antitabaco. Dijo que sí. Al tiempo, sin concursos ni sorteos, lo llamaron de nuevo: había quedado seleccionado. No preguntó cuánto pagaban. Para la curiosidad de muchos, hoy confiesa que no le pagan por lo que hace.

Para Don Miguel, lo más importante es prevenir, porque corregir es más difícil y menos fructífero. Es por eso que disfruta conversando con los niños, los que a su vez lo siguen, le piden autógrafos y que se saque fotos con ellos. Sin embargo, asegura que a Chile todavía le falta conciencia, pero que parte de esa responsabilidad debe venir desde arriba y que el Gobierno debe ponerse las pilas con el financiamiento de la ley. Dice que faltaron los medios para el lanzamiento de ésta, pero que como en todos los temas de salud, nunca van a existir los medios suficientes. Para él siempre, va a ser poco.

Don Miguel se siente orgulloso de ser la única advertencia viva en las cajetillas de cigarrillos de todo el mundo. Se jacta de que “nuestra advertencia gráfica habla, tiene algo que decir”. Jamás se ha arrepentido de su decisión de participar, por el contrario significa cumplir con un deber que él mismo se impuso. Aún así, confiesa que el cigarrillo es un fantasma que aún lo pena y que intenta alejar de su vida cualquier recuerdo de sus épocas de fumador.

Si Don Miguel se proclama enemigo del tabaco, entonces al alcohol le declara la guerra. Si tuviera la oportunidad de hacerlo, participaría gustoso en campañas que combatieran la amenaza social que representa el alcohol, y que además comienza a ponerse de moda. Don Miguel conoce bien el impacto que la bebida y el exceso pueden tener en la vida de la gente; su hija mayor murió atropellada por un conductor ebrio.

Pero a pesar de tanto bache que le ha puesta la vida, Don Miguel ha sabido extraer de cada situación una enseñanza para compartir. Ese es el rol que ha adoptado para crear conciencia en Chile, un país que a su juicio tiene mucho de que sentirse orgulloso, pero que aún le falta ser un poco más justo. Ser un país más de hermanos.
BGJ.