
Mi cuerpo expira partículas de alegrías, mis poros liberan hacia el infinito las sensaciones más dulces que jamás les ha tocado experimentar. La emoción es tanta que va más allá de sobrepasarme, porque mis ganas de ser feliz van ahondando en mi interior; creando un lugar de refugio, ordenando y formando espacio suficiente para que tanta felicidad se sienta acogida dentro de mí.
Parece un ejercicio mental, pero en realidad no lo es. A medida que mi piel comienza abarcar todo el lugar, cada persona, cada nota musical, comprendo que es mi cuerpo el que experimenta. Por primera vez la mente se somete a su propio instrumento. Me asombro y sonrío al escuchar que es mi propia capacidad la que se va desatando minuto a minuto, que es volver a un estado natural primario, no convertirse en un ente artificial que pronto será consumido y habrá quedado atrás.
Explosiones mínimas se desatan en cada fibra de mi cuerpo, en cada célula aburrida ya de esperar alguna novedad. Millones se sensaciones y suspiros tibios recorren y se ramifican a lo largo de mis brazos, mi pecho, mi cuello, mis mejillas, mis ojos. Me inundan las ganas de llorar, retorno a mi estado vulnerable, como la última vez que lo fui antes de conocer la luz de este mundo. Reconozco de nuevo la complejidad de lo básico, el cuerpo humano que se libera de su entorno para maravillarse consigo mismo. Creí haber olvidado, o nunca haber conocido, mi propia capacidad.
Perdida en aquella admiración, olvido mi deber de respirar. Intento retroceder cada vez mas a mi estado mas básico; inmóvil en medio de un sin numero de electrones que chocan desperdiciando tiempo y vida, inquieta al darme cuenta de que son pocos quienes sonríen conmigo y disfrutan de vivir esta sensación de limpieza y satisfacción. Porque estoy segura de que esta vivencia que hoy me regalan fue colectiva algún día y de forma natural, pero el pasar del tiempo y el desarrollo de nuestro entorno, la división del hombre, el nacimiento del odio y las distracciones terminaron por silenciar la verdadera finalidad de lo que es vivir; la felicidad. Y la inquietud de estar sola me sujeta los brazos y me retiene de un movimiento infinito al compás de una melodía que nació para mí, pues es mi decisión interpretarla.
Me exigen palabras, que defina lo que siento y vivo, y por primera vez logro transformar sensaciones en frases con sentido, por lo menos para quienes me siguen en esta situación de plenitud, sometiéndose a la alegría sin protestas ni preguntas. Me intrigo al pensar que el ser humano se impone sus propias vallas, no se permite ser feliz cuando en realidad es tan fácil. Es un compuesto que va más allá de píldoras y polvos mágicos, es una capacidad tatuada en nuestro interior, es nuestro privilegio. Es aquello que define a nuestra especie pero que por alguna razón hemos tildado de animal. Lo sé porque de pronto retorno a mis instintos y dejo los prejuicios y las normas a un lado. Ya nada importa en realidad, solo aquello que pueda hacerme un bien. Por eso es que mantengo cerca a las sonrisas y a quienes son esta noche mis cómplices, aún así estén bailando a quinientos metros de mí, perdidos entre la multitud.
Por un minuto confundo mi inquietud con el exceso de cafeína, pero a medida que comienzo a incorporarme a la melodía que se pierde entre la gente, tentando solo a los más despiertos, comprendo lo que es. Son ganas de vivir. No de moverme ni de saltar, son ganas de existir. De permanecer así, ajena a todo aquello que me resulta incómodo. Por un segundo miro a mi alrededor en busca de alguien. Intento traducir mi sonrisa y explicar por qué me tiemblan las manos o por qué aprieto los dientes. Pero comprendo que no es posible, que las palabras se adhieren a la realidad de cada individuo y se definen según sus experiencias. Sería como describir un color que jamás se ha visto, o un sabor que jamás se ha saboreado. Sin embargo, mantengo la esperanza, miro a mi alrededor y encuentro a gente que quiero querer, aún así jamás los haya visto antes. Se preocupan por mí aun más que yo misma. Porque el éxtasis no es la euforia en sí; se refiere a la plenitud de olvidar los prejuicios, los rencores y la vergüenza, y de poner en práctica el verdadero amor al prójimo y a uno mismo. No hay razones para censurar los abrazos y las caricias si otorgan los mayores placeres de la vida. ¿Por qué no regalar cariño si me sobra? ¿Por qué contener la expresión si nos hace tan felices? Nos han malacostumbrado. Hemos crecido con temor a parecer ridículos, con miedo a ser discriminados, cuando en realidad no hemos hecho más que ridiculizarnos y discriminarnos los unos a los otros. Limitamos la alegría. Le ponemos fecha y hora a los sentimientos. Nos enseñaron a usar las manos para construir armas, herir a nuestros hermanos, causar dolor, cuando en realidad fueron creadas para provocar placer y entregar cariño.
Mi cuerpo se mueve por sí solo, basándose en la suaves y alegres notas musicales que hoy parecen rimar mejor que nunca. Por primera vez mi propia presencia no me estorba ni me incomoda. Por primera vez dejo de ser un elemento para convertirme en mi totalidad. Pierdo la consciencia del frío, del hambre, de mis peores miedos. Es más que olvidar los complejos, es nunca haberlos conocido. Es comprender la razón de mis defectos y así también entender que no son más que huellas de frustración y de cada vez que no logré lo que quise. Pero hoy que lo tengo todo, que no me falta nada, simplemente desaparecen. Me acerco a mí misma más que nunca, me atrevo a perdonar mis propias traiciones. Ya no aprieto las manos esperando a encontrarme con una superficie ajena. Traspaso mis propios límites, penetro en mi espacio, me adhiero a mi interior. Mi cuerpo se fracciona poco a poco y lentamente en pequeñas pelusas que se acarician entre sí con una ternura calida que sugiere lealtad. Quizás porque vuelvo a ser leal a lo que siento; costumbre que había olvidado desde hace algún tiempo, desde que comencé a crecer. Vuelvo a escuchar mis propias ideas sin reprimirlas por vergüenza, o simplemente por ser distintas. Vuelvo a admirarme, a sentirme orgullosa de lo que he llegado a ser, pero no logro contener las ganas de ser aún más y de llegar aún más lejos.
Las proporciones de mi entorno se van anulando; no existe un espacio grande, mucho menos uno pequeño. La sensación de infinidad se va colando bajo mis pies y entre los dedos de mis manos, dibujando en mi garganta nudos y madejas de anhelos y ganas de avanzar. El aire se me hace poco, pero no importa porque no lo necesito. No dependo ya de los condicionantes de mi entorno; la sensación interna se vuelve de pronto más importante que aquellas que detectan mis sentidos. Comienzo a entregarle una prioridad sagrada a la energía que se mueve dentro de mí. Esta vez yo elijo, yo decido. Pero por un minuto, tanto poder y tanta claridad me remueven, me estremecen y sacuden mis expectativas de seguir avanzando. Porque comprendo que no quiero tanta superioridad si he de vivirla sola, sin un igual. De nada me sirve ser infinita si en esa infinidad me pierdo en aburrimiento, si no existe nadie a mi lado que comparta la belleza de ese conocimiento. Olvido mis raíces si dejo de lado aquello que me hace un ser humano. Al olvidar mi esencia lo que soy desaparece, y me pierdo de inmediato en la nada. Necesito ese roce, esa transmisión de energía ajena que a lo largo de esta vida me ha hecho tan feliz. Porque el tacto es hasta el día de hoy lo que mas se ha asemejado a esta condición de plenitud. Abro los ojos nuevamente al mundo. El punto de conocimiento no está en interior pues si lo fuera la felicidad se limitaría solo a mí.
La sabiduría es el don que lo abarca todo en cualquiera de sus expresiones, en todos sus estados, en cada una de sus facetas y categorías. Y yo quiero ser realmente sabia.
B.G.J.

2 comentarios:
Berni! cacha que en tu nick hace tiempo estaba el blog pero nunca me habia metido.. ahora lo hice y leí todos tus trabajos, aunque en realidad algunos ya los había leido antes en clases!
Te felicito, en verdad, escribes la raja y eso te lo dije desde el primer día de clases!...
Mucha suerte con el blog y sigue escribiendo para deleitar a tus lectores.. un beso gigante
Te Quiero Mucho mi barney! jajaja
apesar del poco tiempo que llevamos conociendonos, te tengo una enorme confianza!
Muaks!
no tienes idea de quien soi pero me topé con tu blog y me pareció super certero y super emocional lo que escribiste sobre el éxtasis (no solo como droga sino que como experiencia perceptual). la raja habermelo encontrado :D
solo algunos tenemos la real capacidad de entender a lo que te referiste en todo caso, y eso me hace aun mas feliz. un saludo.
andrés
Publicar un comentario